01/06/11
El Metrobus no es un "subte por superficie"
Ante  la inminente inauguración del Metrobus por la avenida Juan B.  Justo, es necesario aclarar ciertas declaraciones de funcionarios porteños que  buscan equiparar este sistema con la red de subterráneos.    El martes 31 de mayo, se inauguró  finalmente el Metrobus por los carriles  centrales de la   avenida Juan B. Justo.   La algarabía que sienten algunos funcionarios de la gestión PRO ante la puesta  en marcha de este "nuevo" sistema, luego del fiasco de los 10 kilómetros de  Subte por año, los lleva a pronunciar frases desafortunadas.  Guillermo Dietrich, subsecretario de  Transporte de la Ciudad, dijo que “conceptualmente, es como un Subte pero sobre  el asfalto. De hecho, la velocidad de circulación es la misma: 24 kilómetros por  hora”.    Dichas afirmaciones ya habían sido  pronunciadas por el jefe de Gabinete, Horacio Rodriguez Larreta, cuando comenzó  la obra a principios de año y fueron reforzadas en los últimos dias por Jaime  Lerner, ex alcalde de la ciudad brasileña de Curitiba en donde este sistema se  implementó masivamente.  Como medio  dedicado al sistema de subterráneos de Buenos Aires, este tipo de declaraciones  no pueden dejarse pasar sobre todo cuando se presentan fundadas en  "conceptos" que, a criterio de este portal, son erróneos  Uno de los principales factores a observar  cuando se quiere definir qué es un Subte es la separación física de los  carriles por los que circularán las formaciones.  Un sistema de Metro puede circular en forma  subterránea, como en Buenos Aires, a nivel o sobre nivel, pero sus carriles  deben estar absolutamente segregados de cualquier otro tipo de medio de  transporte en todo su recorrido y no quedar expuestos a sufrir interferencias  en su recorrido.  Claro está que el  Metrobus no cumple con esa condición ya que los carriles  "exclusivos"  no sólo están  abiertos en las esquinas a que otros vehículos los intrusen sino que la  separación entre ellos y los carriles "normales" no impediría que los  peatones los cruzaran por los puntos medios.   Para evitar estas intrusiones, la Ciudad deberá instrumentar múltiples  dispositivos de vigilancia y multas a automovilistas que estacionen en los  carriles "normales" mientras que en el Subte esto no es necesario.  Las estaciones son otro punto de  comparación.  Mientras el Metrobus posee  simples apeaderos metálicos montados sobre escalones de hormigón, el  Subterráneo está dotado de recintos en donde el pasajero está realmente protegido  de los elementos.  Si bien las estaciones  de las líneas antiguas carecen de muchos detalles de confort, en principio las  estaciones de Subte pueden tener calefacción y aire acondicionado, andenes  amplios, sanitarios, locales comerciales, entrepisos de distribución y  combinación que no interfieren con otros tráficos, espacios para colocar  murales y otras expresiones artísticas.   Mientras que una estación de Subte puede durar cientos de años incluso  con el mínimo mantenimiento que les da Metrovías, las estaciones del Metrobus  no durarían ni una década con ese mismo cuidado.  También se dice que el Metrobus incorporará  en sus paradas carteles que indicarán cuanto falta para que un colectivo llegue  a cada estación.  Es curioso que se  afirme eso cuando varias líneas con flujos disímiles utilizarán un sistema que  además no contará con la llamada "onda verde" en los semáforos, los  que para colmo deberá compartir con otros tráficos totalmente diferentes.  Tampoco el Metrobus tendrá un sistema de  señalización como el que utilizan los Subtes que permite, siempre y cuando  exista material rodante y personal en cantidad suficiente, ajustar la  frecuencia con suma precisión.  En la línea H ya está instalado  incluso el sistema ATO, que cuando haya formaciones compatibles permitirá  conducirlas a distancia a través de una computadora sin necesidad de un  motorman, ajustando la frecuencia con precisión matemática.  Otro punto sobre el que se suele basar la  comparación entre el Metrobus y el Subte es que ambos sistemas utilizan estaciones  y se puede acceder a los buses o formaciones por cualquier puerta tras haber  abonado el pasaje previamente.  Este  aspecto, sumado a la circulación por carriles exclusivos, permitiría al  Metrobus transitar a una velocidad de 24 kilómetros por  hora que se considera equivalente a la del   Subterráneo.  Evidentemente,  ninguno de los funcionarios porteños que afirman tal cosa viajó alguna vez en  Subte ya que, de ser así, habrían comprobado por si mismos que la velocidad de  circulación en gran parte de la red excede esa cifra.  En algunos sectores como entre Loria, Castro  Barros y Rio de Janeiro o Primera Junta, Puan y Carabobo en la A; entre Ángel  Gallardo, Malabia y Dorrego en la B; entre Lavalle y General San Martín en la  C; en el tramo Palermo - Congreso de Tucumán en la D y entre José María Moreno  y Virreyes en la E, la velocidad de circulación incluso es igual o superior a  los 50 km/h.  Dichos guarismos jamás podrán ser igualados  por el Metrobus, al menos en las condiciones en la que fue planteado en la avenida Juan B.  Justo, sin recurrir a frenadas bruscas ante cada semáforo en rojo o accidentes  en los cruces.    Además de las velocidades debe mencionarse  que las formaciones del Subterráneo, al ser eléctricas y al ser el coeficiente  de fricción entre acero/acero menor que el existente entre pavimento/neumático,  tienen mayor pique y eficiencia en el uso de recursos como la electricidad que  lo que podrá tener el Metrobus o cualquier colectivo común y corriente con el  gasoil.  En el Subte, al igual que en los  tranvías -sistema que sí se está implementando en las grandes ciudades en  detrimento del BRT, considerado una alternativa para ciudades de bajo  presupuesto-, los trenes toman la corriente de la propia infraestructura por lo  que no necesitan detenerse ni salir de servicio para reponer suministros.  En conclusión, el Metrobus jamás podría ser  equiparado a un Subte ya que no funciona como un sistema de transporte masivo  para atender altas demandas sino para demandas de nivel bajo y mediano.  Las unidades que utiliza son individuales y  no se las puede acoplar y desacoplar entre sí de acuerdo a la demanda, cosa que  sí podría hacerse con formaciones tranviarias articuladas como las del Tranvía  del Este o con algunos tipos de material rodante del Subte. Por ende, cada  colectivo tiene que poseer todos los sistemas y equipos que permitan su  movilización, incluído el que provee energía al motor, resignando poder de  tracción.  El Subte permite armar  formaciones de múltiples unidades, y no solo la energía que impulsa a sus  motores la toma desde la infraestructura misma sino que puede compartir con  otras unidades elementos necesarios para la tracción y la seguridad de la marcha.    En la misma frecuencia de dos minutos y medios que  tendrá el Metrobus cuando opere a su máxima capacidad, el Subte transporta  hasta 10 veces más pasajeros si se considera que los colectivos articulados  cargan 140 pasajeros entre sentados y parados, y una formación de Subte de 6  coches transporta entre 1000 y 1200 pasajeros.   Si se pudieran acoplar los colectivos en formaciones de 6 coches y  hacerlos circular cada dos minutos, el Metrobus sólo cargará en condiciones de  hora pico menos de un 12% de la capacidad de carga de un tren del Subte, que de  contar con los últimos avances tecnológicos en la materia podría reducir su  frecuencia hasta 30 segundos sin ningún tipo de interrupción.  Para alcanzar esos estándares, el Metrobus  debería contar con 10 unidades llegando a la estación en el mismo lapso en el  que lo hace una sola formación del Subte. (enelSubte)
    
